martes, 5 de mayo de 2009

De una muerte estúpida y otros estúpidos aconteceres en nuestro ... Stupid Paradise



Solamente en una ciudad que ha tocado fondo pueden ocurrir los acontecimientos que se dieron a finales del mes de abril.

Asonadas por doquier protagonizaron un grupo de mototaxistas, protestando por la muerte de un joven motociclista que murió durante una persecución policíaca, en esa negra mañana también resulto herido su parrillero. Culpaban a la Policía Nacional de ser los directos responsables de un accidente de tránsito que terminó con el ya conocido nefasto resultado.

La muerte es un sentimiento doloroso para cualquier ser humano, de eso no hay duda y desde esta columna nos solidarizamos para con la familia del difunto.

Pero lo verdaderamente preocupante resulta al preguntarnos ¿Por que estos 2 intrépidos jóvenes desobedecieron a la autoridad y aceleraron sus motores a la señal de PARE?. ¿Habían matado a alguien?…No. ¿Habían robado a alguien? Tampoco. Solamente habían cometido una infracción menor como lo es el pico y placa. ¿Por qué huir? ¿Por qué esa obsesión con la ilegalidad?

Aunque debemos exigir con total aplomo y mano dura la obediencia por los derechos humanos a cada uno de los miembros de la fuerza pública, de igual manera debemos recalcar que ellos no son el enemigo, que el enemigo está dentro de nuestra propia incultura, desidia y salvajismo. Aquí los únicos y exclusivamente culpables por los sucesos ocurridos en el trágico accidente son los mismos 2 intrépidos motociclistas que osaron con burlar a la Ley.

Luego unos energúmenos disfrazados de mototaxistas a manera de protestas quisieron incendiar el CAI del Barrio Bastidas, y durante los siguientes 3 días lanzaron ataques dantescos contra la ciudad. El odio salía por sus mofles. ¿Qué diablos nos está pasando? ¿Esta es la ciudad que queremos para nuestros hijos?

Y lo que faltaba, peligrosa e irresponsablemente algunos periodistas de radio incitaban a la sublevación, toda vez que la Alcaldía había impuesto mano dura al gremio de mototaxistas mediante unos Decretos de carácter restrictivo. Un castigo ejemplar merecen esos “sicarios de la información” por auspiciar tan reprochables conductas… Protestas todas las que quieran pero sin violencia y sin vandalismo.

Vivimos en un Caribeño Lejano Oeste, en donde cualquiera lleva una pistola al cinto y en donde las balas, las piedras y los machetazos se imponen por encima del pensamiento y del natural y sano debate que este genera.

La ciudad llora a gritos…Pero nadie parece escucharla. Ella sollozadamente ve palidecer nuestros valores cívicos y nosotros como malos hijos que somos festejamos nuestra miseria, exaltando una vez más ese gadejo barbárico al cual hemos llegado.

Esta lánguida, pecaminosa e ilegal forma de vivir en sociedad tiene que acabar de alguna manera, y es que debemos reinventar a Santa Marta, refundarla.

El samario con su respirar corrupto y su accionar basado en la desobediencia a las leyes, esto es, el imperio del miedo, de la fuerza y del dinero mal habido; no se da cuenta que la está embarrando de cabo a rabo. Es menester educar a la ciudadanía, desinfectarla del germen de la pereza y la incultura, apremia el comenzar de una vez por todas la resurrección de los principios y las ideas.

No podemos permitir que nuestras nuevas generaciones, “el futuro de la ciudad” mueran estrelladas contra un poste, por culpa de un estupido accidente que jamás debió ocurrir.