El 26 de febrero de 2010 será recordado en nuestra historia política como el día en que Colombia demostró que va por muy buen camino para convertirse en una gran potencia continental, y es que la Corte Constitucional en la decisión más transcendental que ha conceptuado desde su creación en 1991, puso por encima de todo y de todos, inclusive del propio pueblo (el constituyente primario) los principios de democracia y legalidad que legitiman a un verdadero Estado de Derecho. Y es que en su afán de reelegir por tercera vez al mejor Presidente que hemos tenido en los últimos tiempos, los impulsadores del proyecto quebrantaron todas las leyes aplicables, y en donde la consecuencia fue una sentencia jurídica de gigantéscas repercusiones políticas.
Finalmente, una vez terminado el debate de la 3era reelección de Álvaro Uribe, solo nos toca pensar en votar por nuestro bienestar colectivo, en seguir un lineamiento político que si bien no es infalible y ha cometido grandes errores, es susceptible de mejorarse y debemos pensar que si puede hacerse.
Mi gratitud para con el Presidente Álvaro Uribe, porque si bien nunca estuve de acuerdo con su perpetuidad en el poder (la Constitución y la Ley por encima de todo), es grande reconocerle todos su logros y su forma de gobernar. Es solamente cuestión de remembrar los años 1998 a 2002 y pensar en los días cuando el delfín Andrés dejó arrinconada a la Nación bajo el poder narco-terrorista de las FARC.
Se necesitaba ante todo un Presidente tecnócrata y de linea dura, por lo que urgía la implementación de una Política de Seguridad Democrática para recuperar la legitimidad del Estado y bajo esa misma concepción surgió la idea de los consejos comunales desde los lugares más diversos de nuestra geografía. Ya no más Presidentes ineptos que gobiernen a esta gran Nación desde el Club El Nogal, o el Jockey o el Country, o Los Lagartos, o desde el mármol inmaculado de la Casa de Nariño. No más visitas a las provincias solamente para aparecer en la foto con tijera en mano inaugurando obras.
Necesitamos gobernantes que en realidad trabajen, que lleven el poder central hasta la vereda más remota, que se interesen de manera directa por los problemas que aquejan al pueblo y que sientan esta patria como parte de su genoma humano. Eso lo demostró Uribe en sus 8 años de gobierno y repito nuestro sistema político no es perfecto y habrá muchos defectos que corregir... ¡pero claro que vamos por buen camino! Además de eso existe el factor externo Hugo Chávez que encontró en nuestro líder al más acérrimo de sus opositores, y es que la concepción política chavista (si es que esta existiese) además de ser inútil es corrupta y criminal.
Al Caribe le fue bien en el mandato del Presidente, y si hablamos de Santa Marta y el Magdalena vamos a encontrar que desde hace décadas desde la fría poltrona presidencial no se nos miraba con devoción.
Ahi están la Resolución 1800 de 2005 de MINCULTURA que adoptó el Plan Especial de Protección Centro Histórico, el Camellón del Aeropuerto, los kioscos y el Camellón de Taganga, el batallón de alta montaña, el Comando Conjunto Caribe, la Vía Alterna al Puerto en sus dos variantes, el 70% del proyecto del Sistema Estratégico de Transporte Público, el resurgimiento del sector agropecuario y agroindustrial, etc. Solamente el pasado 6 de marzo en el último consejo comunal realizado en Santa Marta el Presidente Uribe comprometió vigencias por el orden de los $16 mil millones para modernizar al Aeropuerto Simón Bolívar.
El ser humano es un animal político (zoon politikón) según Aristóteles, realidad de la cual no podemos sustraernos; es muy difícil ser objetivo cuando se trata de debatir a los actuales candidatos presidenciales, sin embargo no me referiré a ellos en esta columna y en su debido momento me esmeraré en ser lo más imparcial posible. Lo único cierto y así no lo quieran reconocer los opositores de Uribe, es que debemos seguir un sendero ya trazado que impulsó en los últimos años nuestra economía, y esto es una verdad irrefutable.
Gracias Presidente Álvaro Uribe Velez, buen viento y buena mar.
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