Definitivamente la presidencia de Barak Obama desquebrajó por completo las tradiciones más íntimas de la sociopolítica estadoudinense, cuya razón de ser sumada al factor religioso fueron las mismas por las cuales un grupo de peregrinos inconformes conquistaron y fundaron la Nueva Inglaterra. Luego, en 1776 se independizaron del Rey lejano y tirano en donde la clase dirigente de las 13 colonias gritaban al unísono “no más opresión” para así convertirse más adelante en los opresores todo en aras de preservar el orden mundial.
No es fácil ir contra todo un establecimiento psicológico-económico que ha dominado a una nación por más de 200 años, y menos aún pensar que terminó la Era del Big Stick en donde la nación americana se autoproclamó “El Policía del mundo” conforme a las ideas imperialistas que tenía el presidente Teddy Roosevelt en su momento y las cuales han dominado por completo desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días (Good Bye Panamá). El Presidente Obama pareciera querer dejar a un lado el papel heredado de Dios Todo Poderoso, pues la tarea más importante y urgente que tiene en este momento es sacar adelante un país sumido en una crisis económica que de no controlarse degeneraría en una nueva gran depresión. El solo hecho de tratar de replantear la política exterior de la primera potencia mundial es un timonazo de 180º pero el verdadero cambio radica en que el capitán de la nave sea un afroamericano.
Y es que apenas han pasado unas cuantas décadas desde que Rosa Park formó el tierrero, porque a la negra no la dejaban sentarse en la parte de adelante del bus (asientos exclusivos solo para caucásicos), lo que dio pie a que el Dr. Martin Luther King Jr y Malcom X hablaran de derechos civiles ante la mirada atónita del KKK. De ahí para adelante se empezó a “negrear” para bien la sociedad gringa. Ya no eran necesarias las Ligas Afroamericanas de Béisbol para separar a los buenos de los malos. Los detonantes más importantes que precipitaron la aceptación de la comunidad afroamericana frente a la realidad yanqui fueron la Guerra del Vietnam, la revolución hippie, la música y por supuesto los deportes.
No es fácil ir contra todo un establecimiento psicológico-económico que ha dominado a una nación por más de 200 años, y menos aún pensar que terminó la Era del Big Stick en donde la nación americana se autoproclamó “El Policía del mundo” conforme a las ideas imperialistas que tenía el presidente Teddy Roosevelt en su momento y las cuales han dominado por completo desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días (Good Bye Panamá). El Presidente Obama pareciera querer dejar a un lado el papel heredado de Dios Todo Poderoso, pues la tarea más importante y urgente que tiene en este momento es sacar adelante un país sumido en una crisis económica que de no controlarse degeneraría en una nueva gran depresión. El solo hecho de tratar de replantear la política exterior de la primera potencia mundial es un timonazo de 180º pero el verdadero cambio radica en que el capitán de la nave sea un afroamericano.
Y es que apenas han pasado unas cuantas décadas desde que Rosa Park formó el tierrero, porque a la negra no la dejaban sentarse en la parte de adelante del bus (asientos exclusivos solo para caucásicos), lo que dio pie a que el Dr. Martin Luther King Jr y Malcom X hablaran de derechos civiles ante la mirada atónita del KKK. De ahí para adelante se empezó a “negrear” para bien la sociedad gringa. Ya no eran necesarias las Ligas Afroamericanas de Béisbol para separar a los buenos de los malos. Los detonantes más importantes que precipitaron la aceptación de la comunidad afroamericana frente a la realidad yanqui fueron la Guerra del Vietnam, la revolución hippie, la música y por supuesto los deportes.
La cultura y forma de ver el mundo del gringo promedio comenzó a cambiar. Muchos ultraderechistas decían "cuidado con el Blues, el R&B, el Rap, el Hip Hoop, ¡nos están adoctrinando, la música de negros nos va a avasallar... fuck Motown, fuck Kool and the Gang, go to hell Dr. Dre! " Pero ya la jugada estaba hecha desde hacía más de 40 años y solo era cuestión de tiempo para que el peón consiguiera su mate.
Un amigo de inteligencia variable y discontinua, algunas veces de ideas brillantes y otras con reflexiones ultrabrutas, de esos que dicen ser republicanos y conservadores de linea dura e incluso racista incorregible, pero que sin embargo cuando suena el Joe Arroyo pide un trago y sale a la pista, desconociendo el raizal Guineo-Cartagenero-Marfileño del Gran Álvaro José, me dijo hace unos días: “Como sería ese Bush de burra que dejó que un Nígger se montara”. Sin opacar al gran candidato que fue Obama, ni sus cualidades, meritos y liderazgo, creo que mi amigo en parte puede tener algo de razón. O la Yunai cambió radicalmente y se dio cuenta que con las políticas de George W Bush iban en caída libre y sin paracaídas, o ciertamente fue un castigo para el peor de los presidentes que ha desfilado por la oficina oval. Me gustaría pensar que es lo primero.
Aunque para los intereses de Colombia dicen que no fue la mejor elección, que verdaderamente el TLC está bastante embolatado, que McCain era el pollo que nos iba a seguir respaldando; creo que las cosas pueden cambiar para bien, recordemos que detrás del partido demócrata está un amigo sincero de nuestro país: President Bill Clinton. Ojala este sea lo suficientemente influyente para que el nuevo mandatario reconozca que detrás de cada colombiano existe un diamante en bruto que ahí que pulir y no una república bananera que pasó a ser cocalera.
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