A pesar de haber sido la primera ciudad colombiana fundada, y a pesar que desde los primero años de su creación Santa Marta se convirtió en motor fundamental para el posterior descubrimiento y conquista del interior colombiano, nuestra ciudad fue relegada al ostracismo, gracias a los planes económicos que sostuvo el virreinato de la nueva granada los cuales impulsaron el desarrollo de ciudades como Cartagena de Indias, Santa Fe de Bogotá e incluso la misma Popayán.
Durante los siglos XVII y XVIII la ciudad permaneció dormida, ante el aislamiento al que fue sometida por parte del gobierno central. Solamente hacía finales del siglo XIX con la llegada del ferrocarril las brisas del desarrollo soplaron a favor nuestro.
La llamada bonanza bananera trajo prosperidad a la región, pero hacia los años cincuentas el comercio del banano fue decayendo poco a poco hasta convertirse en el negocio crítico que es hoy. Del banano quedó el puerto marítimo el cual tomó un papel importante y se convirtió en el eje de desarrollo de la ciudad, ayudado también por la bonanza cafetera que invadió a la sierra en los años setentas.
Sin embargo un nuevo factor desestabilizaría a toda la región, incluyendo a la Guajira y el Cesar: La mal llamada “bonanza marimbera”. Nuestra ciudad dejo de ser un sitio apacible y se convirtió en un campo de batalla al estilo de las películas del lejano oeste.
Hacía los años ochentas vemos inermes como las fuerzas guerrilleras las cuales eran incipientes en el departamento se multiplicaron en la sierra y en las sabanas que limitan con el Cesar y Bolívar; desangrando nuestra economía bananera y cafetera. En contraposición a ello aparece el fenómeno paramilitar y trae las consecuencias que ya todos conocemos; combinaron la contrainsurgencia con el negocio de la droga el cual había pasado de la marihuana a la cocaína.
Ahora nos encontramos en el año 2008, el departamento del Magdalena padece grandes problemas de seguridad, quizás ayudado en parte por la improvisación que tuvo el Gobierno Nacional en el tema de la desmovilización de los grupos de autodefensa; sin embargo vemos luz verde en el camino. Al fin el poder central se dio cuenta de la riqueza turística, cultural y natural de la ciudad de Santa Marta, y le está apostando fuerte por su renacimiento. A esto hay que sumarle la voluntad de expansión de la Sociedad Portuaria de Santa Marta la cual está trabajando en pro de la ciudad y a beneficio de todos.
La industria del carbón es un factor importante para nuestra incipiente economía, aunque el tema a causado controversia estos últimos días por el choque que se ha producido con el sector turístico; debemos pensar que ambos sectores a pesar de ser en principio incompatibles, si son complementarios para las finanzas locales. Recordemos que el Distrito se encuentra sometido a la ley 550 de 1999, auspiciado por malas administraciones pasadas. El carbón y el turismo deben trabajar en conjunto para que cada actividad se lucre sin que la una perjudique a la otra. Acá los entes de control desempeñan un papel preponderante para aliviar el impacto ambiental que ha generado el polvillo del carbón. La vía alterna al puerto y la variante Puente del Doctor – Mamatoco ayudarán al desarrollo hotelero de la ciudad.
Por primera vez en mucho tiempo, vemos a un Presidente comprometido por el desarrollo samario lo cual nos da fuerzas para luchar por un mejor futuro. A pesar de la tormenta ya se ven destellos del sol en el horizonte.
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