lunes, 10 de marzo de 2008

Santa Marta: ¿Distrito Cultural???

Honorio Alarcón - El mejor pianista colombiano (1859-1920)


Llenos de gozo recibimos los samarios hace 17 años el hecho que la Constitución Política de 1991 en su artículo 328 nos hubiera elevado a la categoría de Distrito Turístico, Cultural e Histórico; refrendando así lo establecido en el Acto Legislativo 03 del 29 de diciembre de 1989.

Sin embargo debemos preguntarnos lo siguiente ¿sabemos realmente lo que esto significa?

Habernos dado el título de Distrito Turístico, Cultural e Histórico es simplemente reafirmar nuestra esencia. La cultura siempre fue un factor preponderante de nuestra realidad caribeña. En la época de la eterna recocha escuchábamos atentos las historias de los abuelos quienes nos decían que antes en nuestra ciudad era cotidiano escuchar recitales de pianos en nuestra callejuelas, en donde un Stenway interpretaba un concierto de Chopin y a menos de media cuadra otro le respondía con una pieza de Tchaikovsky.

Esa ciudad ya no existe, y ahora es menester pensar que no estamos organizados lo suficientemente como para desarrollar la idea de convertirnos en un centro cultural para el país, deberemos trabajar arduamente en ello.

Mirando la orbita nacional encontramos que estamos muy relegados de nuestro abolengo constitucional, si tenemos en cuenta que en Barranquilla desde el año 1997 se celebra el Barranquijazz (Festival de jazz); ni que decir del corralito de piedra en donde desde hace unos años se ha llevado a cabo el evento de literatura más importante de Colombia el HAY FESTIVAL; Bogotá tiene su majestuoso Festival Iberoamericano de Teatro, además casi todas las ciudades capitales cuentan con permanentes exposiciones de artes plásticas, fotografías, operas y diversos conciertos. Santa Marta se salva en este último aspecto porque el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo, El Banco de la República, la Universidad del Magdalena y la Caja de Compensación Familiar del Magdalena, entre otros, han hecho posible las diferentes manifestaciones artísticas en la ciudad, sin embargo  falta mucho, muchísimo por hacer. - Aquí me asalta una pregunta - A todas estas ¿Donde están el Distrito y la Gobernación?

Nuestra amada Fiesta del Mar, surgió en 1959 como una propuesta de algunos samarios para refrendar los deportes y nuestra tradición marina; ya anteriormente a eso habíamos perdido una gran fiesta cultural: El Carnaval; léase hoy Carnaval de Barranquilla, como así lo explica el sociólogo Edgar Rey Sinning en su ensayo “Esplendor y decadencia de los carnavales samarios”. Los municipios del Magdalena no se han quedado a tras y han sabido explotar su cultura y sus raíces, es el caso de la Fiesta del Caimán en Cienaga, lugar que nos congrega desde hace más de 100 años a mirarnos como caribes que somos; El Banco tiene desde 1991 la Corporación Autónoma del Festival Nacional de la Cumbia; y Plato tiene su Festival de la Leyenda del Hombre Caimán.

De nuestros centros culturales podemos rescatar el Museo Tayrona, el Museo Etnográfico de la Universidad del Magdalena, El museo bolivariano de Arte Contemporáneo, el Centro Cultural San Juan Nepomuceno. Sin embargo estas moles del conocimiento muchas veces pasan desapercibidas ante nuestro diario devenir.

La implementación de bibliotecas es un tema que nos deben los distintos dirigentes desde tiempos republicanos, al igual que la educación en general; estas se encuentran supeditadas casi exclusivamente a alguna universidad o colegio; bibliotecas como la de la Universidad del Magdalena, la Universidad Sergio Arboleda, la Universidad Cooperativa de Colombia, la del Colegio San Luis Beltrán, y la de Cajamag; son solo gotas de agua que medio refrescan la sed por el conocimiento, sin embargo seguimos tragando saliva. Debería existir una biblioteca distrital que nos reuniera a todos bajo un mismo techo.

Especial atención debe merecernos el Teatro Santa Marta, convertido hasta hoy en plaza de mercachifles, hoy amenaza con desaparecer; solamente unos pocos interesados de las tablas retomaron la Sala Roberto Linero Castro y montan sus escenas shakespearanas. Y pensar que sería de ese templo si le colocaran el interés y el entusiasmo que hoy tienen en otras ciudades el teatro Colón y el Pedro de Heredia. Primero que todo habría que recuperar el espacio público de todo el centro y realizar las reformas de fondo.

Como vemos no debemos sacar pecho por ser un distrito cultural, en la práctica debemos mejorar tanto en infraestructura como en organización.

1 comentario:

Tulio Arias dijo...

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