En el día de ayer se iba a realizar en el estadio Eduardo Santos el cotejo futbolero de la nueva Copa Colombia entre el Unión Magdalena y el Júnior de Barranquilla, para muchos el verdadero clásico costeño. Y es que este derby tiene una gran historia, la garra samaria se proclamó primer campeón costeño del fútbol colombiano en el año 1968 y eso les sigue ardiendo a los quilleros.
La última vez que el ciclón se enfrentó con su acérrimo rival ganamos 0-1 en el metropolitano con gol de Carlos Mario Bilarete, era el 19 de marzo de 2005.
La afición samaria estaba motivada pues siempre el júnior ha sido nuestro rival visceral, por eso es que el lleno fue total y se especulaba que quedaba gente afuera del estadio con boleta en mano en donde los revendedores hicieron su agosto; todo estaba dado para que el espectáculo comenzara pero se armó la grande por culpa de un energúmeno juniorista.
Como es posible que este mequetrefe haya osado arrancar la bandera de nuestro amado equipo la cual colgaba airosa en la tribuna norte, y después de llegar a su barra la volvieron trizas con cuchillos; obviamente tal hecho desesperó al estadio completo y se armó Troya. El saldo en rojo fue de más de 20 heridos, pues los samarios entraron a la tribuna de la barra rojiblanca para vengar la afrenta, sabemos que la violencia no se acaba con más violencia, pero da coraje saber que en nuestra propia casa nos ultrajen nuestro símbolo, nuestro equipo del alma.
El hincha del ciclón bananero conoce de fútbol y es pacifico por naturaleza, no te lleva navajas ni cuchillos al estadio; te lleva pitos, tamboras, clarinetes, sirenas y papelitos azul y rojos. Sabe que uno de los placeres más grande de la vida es ver ganar al Unión, que baile al contrario, que golee, que la loca sople y que hasta los morritos conspiren para llevarnos el triunfo, pues al fin de cuentas en cada esquina de barrio se respira aroma de gol; por este puerto entró el fútbol a nuestro país y en esta ciudad se encuentra la catedral del fútbol colombiano: La castellana.
Es de público conocimiento que siempre para un clásico Unión-Júnior las hordas barranquilleras llegan en bandadas a nuestra ciudad y generalmente con propósitos “non sanctus”. La policía debía estar atenta a ello y no dejar que entraran al estadio barras borrachas, drogadas y con armas. Porque no hacer un retén y requisar los buses barranquilleros cuando vayan entrando a la ciudad, un buen sitio para tal fin es la bomba de Zuca. De la misma forma el ingreso al estadio debería contar con 2 o 3 anillos de seguridad.
La Dimayor aplazó el juego para el próximo 16 de abril, esperamos que esta vez si se hagan los controles necesarios para evitar una tragedia peor. ¡Y que sople el ciclón!
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